miércoles, 20 de agosto de 2008

Azulejos amarillos

- Cristina, te presento a Carla – dije todo entusiasmo, contento de ver a las dos chicas que mas quiero juntas.
- Hola, ¿qué tal? – dijo Cristina acercándose a su mejilla para darle los dos besos de presentación.
- Hola – dijo Carla siguiendo su gesto – Así que ella es tu novia, ¿no?
- Si, llevamos tres años juntos – dije tan entusiasmo.
- ¿Se nos ve bien? ¡jajaja! – dijo Cristina bromeando.
- Si, bastante bien, si – dijo ella siguiéndole la broma – Bueno, ¿nos sentamos a tomarnos algo?
- Si, claro – dije.

Estuvimos en la terraza de un pub hablando sobre todo lo que nos había pasado en los cuatro años que nos llevábamos sin ver Carla y yo. Carla y yo fuimos novios, estuvimos dos años juntos, y la verdad que la relación iba muy bien pero decidimos dejarlo, ya que nuestras vidas se habían convertido en monotonía constante. Fue algo mutuo: un día quedamos, dijimos lo que nos pasaba y se termino la relación. Después de eso, como en casi todas las relaciones que se dejan después de un largo perdido de tiempo, tuvimos algunos rollos de una noche y algo de sexo, pero nunca nos replaneábamos volver…estaba todas las cartas sobre la mesa.

A Cristina la conocí un año después. Gracias a mis compañeros de trabajo me convencieron para ir a la cena de empresa de Navidad, y allí, en la mesa que me habían adjudicado la conocí. Iba vestido con un hermoso vestido azul y sentada dos sillas mas para mi derecha de esa mesa redonda. Nada mas verla, decidí ir a por ella, y así fue: en la barra libre, me acerque y use mis grandes conocimientos sobre la conquista de una mujer. Evidentemente yo solo quería empezar una relación formal e ir poco a poco…

- ¡Venga, quítate la ropa! – me decía ella entrando en una habitación del hotel donde se celebraba la cena con sus labios sin apenas despegar de los míos y quitándose ella la parte de arriba del vestido.
- Tranqui, yo tengo mas ganas que tu, que llevo un año sin mojar… - dije quitándome la camisa.
- ¡¡¡¿¿Qué??!!! ¡¿Llevas un año sin sexo?! – dijo ella muy sorprendida. En ese momento, justo cuando me tocaba responder, me quede callado- No serás un gay reprimido, ¿no? – Esa frase, perdón por las palabras que voy a utilizar, me toca los huevos.
- Ten por seguro que ahora mismo en este hotel, el único que más le gusta las mujeres soy yo – le dije con cierto resentimiento en voz bajada pegado a su oído.

Y así fue, esa noche, a pesar de lo caro que me salio la habitación por una noche, le deje claro que no era un gay resentido. Además, ella me lo afirmo:

- Nunca he follado tan bien, ¡te lo juro! –dijo ella como si por primera vez hubiera probado un chocolate autentico, un chocolate belga, y no uno marca Nestle.

La verdad que a mi, lo que es el sexo, creo que es lo único que se hacer bien…eso y fregar los platos…supongo que tendrán algo en común…


Tras haber estado dos horas hablando con Carla sobre todo lo que me había pasado en el año que estuvimos sin vernos, decidimos irnos. Pagué los dos cafés y el Nestea, nos levantamos de la terraza, nos despedimos y justo el momento antes de decirnos “hasta luego” ella me dijo:

- Oye, parejita, esta noche vamos a salir unas amigas mías y yo por el centro a unas cuantas discotecas…si queréis veniros seréis bienvenidos…
- Pues la verdad que llevamos tiempo sin salir, ¿no? Estaría bien salir a pegarnos un baile….
- Víctor, tu no bailas, tu haces el pato mareao ¡jajaja! – dijo Carla burlándose de mi en broma…supongo…
- ¡jajaja! La verdad que muy bailarín no es… - dijo Cristina, que había echo muy buenas migas con ella.
- Nunca ha sido muy bailarín... – dijo ella con cierto aire de recuerdo-.

Al volver a casa cenamos los dos y no nos tomamos el postre…nosotros nos tomamos el postre de otra forma…no pienso dar mas detalles… Desde que nos conocimos, y cuando los dos hemos coincidido en casa, ya que ella trabaja de azafata de vuelo, nunca nos tomamos el postre a la hora de cenar.

- Oye, después de esta tarta de queso que nos hemos tomado – dije yo bromeando sobre el asunto - ¿vamos a ir con estas?¿te apetece?-.
- Venga, vamos. La verdad que desde que llegamos a esta ciudad no hemos hecho apenas amistades…esta bien salir de vez en cuando…

Sinceramente, pensaba que no iba a querer. Durante el café de la tarde que estuvimos los tres, la vi con cierto resentimiento…creo que se estaba dando cuenta de todo…si, si, es lo que os imagináis: no le conté en ningún momento nada sobre que ella y yo estuvimos saliendo juntos. ¡¡Me habría montado una que pa’que!! Ya sabéis: “¿porqué me la has presentado?” “¿no querrás volver con ella?” “¿no querrás ponerme los cuernos?” “Ya entiendo porque pediste el traslado a esta ciudad” “¿Ella folla mejor que yo?”

Seamos honestos: Cristina folla muy bien, pero Carla es distinta…ella era…como decirlo…mmmm…más “guarrilla”. Le encantaba experimentar, contigo, con ella, con su cuerpo, con el mío…¡Vamos, era la diosa del sexo! Aun así no penséis que yo me traslade aquí por esto, si no porque aquí vive mi madre, y prefería estar cerca de ella…

Una vez que salimos de la casa, quedamos con ella en el paseo de la ciudad. Allí nos presentó a sus amigas: Sandra, Raquel y Pili. Los cinco nos fuimos a la zona de las discotecas, bromeando, conociéndonos unos a los otros…

En la zona de marcha, todos los pubs y discotecas están juntos y el paseo que los une se hace botellón, por lo que allí siempre había movimiento, fueras donde fueras.

A las 3 de la mañana nos metimos en un pub muy chulo, moderno y con música regaetton y latina discotequera. Allí nos pusimos todos a bailar, yo con mi baile de pato mareao y bailando unas con otras.

No parábamos de beber, una copa detrás de otra, sin parar, unas veces invitaba uno, otras veces otra, así toda la santa noche. Cristina estaba haciendo buenas migas con las amigas de Carla, en cambio yo, toda la noche hablando con ella sin parar de todo lo que nos había pasado, recordando nuestras aventuras de pareja…

- Oye, Víctor…quiero decirte una cosa ahora que voy medio-borracha y tengo esta excusa por si luego me arrepiento decir que “iba borracha” ¡jajajajaja! – decía ella.
- ¡jajajajajaja! Venga tía, suelta – dije yo.
- ¿Vamos al baño?
- Tía, que soy un tío… creo que a ti el alcohol te afecta demasiado…¡jajajajaja! Díselo a ellas que te acompañe, anda…que tonta que eres- dije yo borracho perdido pegándome un buen baile, ya que iba mareado. Se ve que, como aprendimos en Física en nuestros tiempo mozos: dos negativos forman un positivo, y dos bailes mal pegados forma un bailarín…-.
- No, tío, te lo digo en serio…vamos a hacer eso que tanto nos gusta a los dos… - dijo ella con cierta cara de picara. En ese momento me quede muy pillado, no sabia lo que hacer - Si no se va a enterar nadie, y menos Cristina, que esta haciendo buenas amistades con mis amigas…vamos, tioooo, por fiiiiiiii….- decía ella muy ansiosa.

Yo miraba la cara de Carla y a Cristina bailando, cada una en un extremo del poco campo de visión que tenia…parecía que estaba en un partido de Tenis.

- Venga, corre, vamos – dije yo empujándola. Los dos nos fuimos riéndonos allí, al cuarto de baño de las chicas.


Chic, chic, chic, chic… se sentía sobre la tapa del retrete, ese ruido que hace una tarjeta de crédito con la tapa del vater partiendo en filas un montoncillo de droga que había pillado Carla justo esa noche.

¡Sniiiiiiiiffff, Sniiiiiiiiffff, Sniiiiiiifff! Era lo que se sentía en ese baño silencioso con azulejos amarillos en la pared, el suelo pegajoso y agua acumulada en algunas zonas, una peste que era su perfume. En este baño apenas entraba gente, ya que era uno que se encontraba fuera de servicio.

- Joder, tía, hacia tiempo que no lo probaba – le dije apoyándome en la pared más próxima y rascándome la nariz.
- Volvemos a los viejos tiempos, ¿eh? ¡jajaja! – dijo ella orgullosa de que estuviera allí.
- Si…muchas veces echo de menos estos momentos… - recordaba con bastante añoranza- …¿Por qué lo dejamos, Carla? Dijimos que la monotonía, pero esa monotonía nos encantaba.
- Creo que nos dio por decir que éramos demasiados maduros y cegarnos a esta diversión que a los dos nos gusta…
- Me encantaría estar toda mi vida así… - le dije mirándola a los ojos-.

Hubo ese momento silencioso, ese que tanto hablan en la película “Pulp Fiction” entre John Travolta y Uma Thurman.

- Creo que conozco una forma de volver al pasado aunque sea por un solo instante – dijo ella. Se levanto del sitio donde estaba apoyada, se sentó sobre mi mirándome y me dio un enorme beso en los labios. Yo le seguí el beso, la levante cogiendola del culo, me levante del suelo y la apoye sobre la pared mientras le levantaba la minifalda blanca y ella me bajaba los pantalones.


A la media hora, salimos los dos del baño y nos pusimos a buscar a Cristina y a las amigas de Carla.

- ¡Víctor, miran donde están! – decía Carla gritándome entre la música de Carlos Baute bailona y señalando donde estuvimos antes de irnos al baño.

Cuando me acerqué a ella y mire, vi algo que ni me lo creía. Vi a Cristina besando a Raquel, una de las amigas de Carla. La coronita que sostenía se me calló al suelo, dándole en el pie de uno que estaba próximo a mí. A Carla no le extrañaba nada que Cristina y su amiga se estuvieran morreando...



1 comentario:

Místico Atormentado dijo...

Hoooola

Bueno, bueno, la que se ha montao en unos párrafos. Una historia que comienza de lo más normal del mundo y en pocas líneas se complica... y de qué manera!

Tengo que felicitarte, ya que confieso que en la última línea lo primero que he pensado ha sido "¿continuará?", así que el principal objetivo de todo escritor se ha cumplido: enganchar al lector.

Enhorabuena.

Un saludo
Místico Atormentado