(En una cornisa a unos 15 pisos sobre el suelo).
“Da ganas de suicidarse.
¿Creo que con 29 años voy a mejorar? Con una mierda de
trabajo, ganando un triste sueldo, sin posibilidad de independizarme y sin pareja.
Da ganas de suicidarse, en serio.
Ya la vida más no me puede aportar. Ni yo puedo conseguir más
de lo que tengo. Esto será mi vida hasta que decidan llevarme a la caja o
libremente decida volar como un pájaro, sobre esta cornisa.
Un compañero mío me dijo una vez: “Sin antes de los 25 no
has conseguido lo que querías, tu vida ya estará sentenciada para el resto de
los días”. Cuatro días después de cumplir los 32, se tomo una caja entera de
pastillas. Su cuerpo está en uno de esos nichos del cementerio de la ciudad.
Juego con el pie izquierdo sobre la cornisa, como dando un
paso hacia el vacío.
Aspiro. Veo la gente pasar andando con tranquilidad bajo mis
pies. Sin mirar hacia arriba.
-
Tírate ya, tío. – me dice una voz detrás mía.
Me giro. Es un señor trajeado sentado en una silla de playa.
Soy el otro yo pero trajeado.
-
¿A qué coño esperas? Tírate. Ya te lo dijo tu
compañero. No vas a conseguir una mierda en el resto de tu jodida vida. Esto
va a ser una y otra vez todos los días:
Te va a sonar el despertador. Te levantas,
desayunas, te cambias y sacas al perro. Conduces durante 30 minutos hasta tu
trabajo.
Te sientas en esa silla y a vender. No te
vas a comunicar con nadie más, solo con tu compañero de al lado, un traicionero
hijo de puta que su único objetivo es putear los demás para conseguir, mínimo,
el puesto de tu superior.
Te irás a comer al mediodía. Un sándwich de
mala muerte dentro de tu viejo coche. Cogerás la mochila y te pasaras por el
gimnasio que llevas matriculado tres años.
Te esmerarás en el ejercicio, serás tenaz,
pero lo único que te motiva ese ejercicio es gustarle a una chica que no quiere
nada contigo. Solo que la entretengas.
Volverás a tu puesto de trabajo, porque
esta España no esta preparada para que tengas jornada intensiva. Echarás las
tres horas que te quedas y a casa.
Otra media hora conduciendo. Besarás a tu
madre. Saludaras a tu padre. Los dos tumbados en el sofá del comedor, rendidos
de esta vida.
Subirás a tu dormitorio. Te tirarás a la
cama. Te sonará el móvil.
“Una chica desea conocerte” te dice una notificación
del móvil. Te meterás, verás sus fotos, no te gustará y no le escribirás.
Pasará de ti, pero una compañera de curro
te escribirá en privado. Querrá que la calientes, que le digas cosas guarras y
que los dos os toquéis.
Le escribirás cosas guarras, ella se tocará
pero tú fingirás que te tocas. No estarás de ánimos para machacártela.
Te pondrás el pijama y te quedarás viendo
la tele, pero sin prestarle atención. Pensativo.
Hasta que te de el sueño.
Te va a sonar el despertador. Te levantas,
desayunas, te cambias y sacas al perro. Conduces durante 30 minutos hasta tu
trabajo…
-
¡Qué emocionante será tu vida! – me dice irónicamente.
-
Voy a tirarme. – le contesto. Se levanta de la
silla, se plancha con la mano un poco el traje y se me acerca al oído.
-
Quiero verlo… - me dice susurrando.
Avanzo el pie derecho. Dejo el
cuerpo caer.
El yo trajeado se plancha con la
mano el traje. Se arregla la corbata y el cuello de la camisa. Se saca del
bolsillo interior de la chaqueta un reproductor mp3. Se pone los auriculares y
le pulsa al play. Suena “Don’t let me be
misundertood. “ de Brent Smith.
Mientras baja las escaleras de
emergencia del edificio, va chasqueando los dedos y moviendo un poco la cabeza,
la cintura y los pies al ritmo de la música.
Muy de lejos se escucha gritos y
una ambulancia.
Sigue bajando pisos por las
escaleras hasta el séptimo. Abre la
puerta de la oficina, saluda a sus compañeros con el mp3 puesto aun en los oídos,
se sienta en la silla y se pondrá a vender. No se comunicará con nadie, solo
con el compañero de al lado, uno traicionero hijo de puta que su único objetivo
es putear a los demás para conseguir, mínimo, el puesto de su superior.
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