miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Porqué cambiar las cosas cuando todo va bien?

- Estas más gordo desde la última vez que te ví – decía ella tumbada en la cama con sabanas rosas, apoyada en la palma de la mano con la que su codo formaba una L.
- A veces el trabajo hace mucho daño- decía él todo apenado.
- ¿Por qué te pones la camiseta?
- Ya sabes que soy muy tímido después de hacer el amor –miraba hacia el suelo intentando buscar en la oscuridad con mi brazo derecho su manga correspondiente.
- No has cambiado, ¿eh?
- ¿Porqué cambiar las cosas cuando todo va bien?
- Estas raro, ¿Qué te pasa?
- Nada…
- ¿Cómo que nada? Algo te pasa, y lo sabes.
- …
- ¿No me lo vas a contar?- decía ella mirándome a los ojos con cara de apunto de llorar y el labio fuera, como si de una niña pequeña se tratara.
- No me pasa nada, en serio.
- Vale, pues si no te pasa nada, dame un beso – decía ella.

Me acerque a ella con la camiseta a medio poner y le di un beso en la mejilla.

- ¿Ves? Lo que yo decía: te pasa algo- le recriminaba a ella.
- No me puedes juzgar por un simple beso.
- No es solo el beso, es tu comportamiento desde que acabamos de hacer el amor. Siempre te pones mucho mas cariñoso y loco, y hoy estas como…ausente.
- …
- Y apenas contestas.
- Son muchas cosas las que pasa en un año.
- Y por eso tienes que comportarte de esa forma esta noche.
- …
- En fin…sigues siendo el mismo de antes.
- ¿Te soy sincero?
- Eso es lo que te vengo pidiendo desde hace rato.
- Maldita la hora y el día en el que nos hemos cruzado por la calle.
- …
- …
- ¿Por qué has dicho esa pedazo de burrada?
- Porque es lo que siento.
- …
- …
- ¿Y…porque lo sientes?
- Porque tu no sientes lo mismo que yo siento.
- ¿Qué quieres que yo sienta?
- Lo mismo que yo siento.
- ¿Amor?
- Sí.
- …
- …
- Ya lo hablamos la última vez que nos vimos.
- Vale, pues explícame esas palabras que me dedicabas casi todos los días cuando salíamos del trabajo, en el trabajo y cuando nos íbamos a tu casa, echábamos dos o tres polvos y nos quedábamos como auténticos enamorados mirándonos en la oscuridad, acariciándonos y besándonos. Explícamelo.
- Pero, cariño, el amor es cosa de dos. Uno no puede amar si no ama realmente.
- Pero es que lo sé: tú me amas, lo que pasa que no quieres destapar lo que sientes.
- …
- Solo con verte los ojos, en la forma de expresarte y en la forma de comportarte conmigo, cualquier tonto se daría cuenta.
- A ver… no es solo el querer o no querer, si no también hay otros factores…
- ¿Qué factores?
- La distancia. Tú vives en Almería y yo en Londres, son más de 2.000 kilómetros.
- Peores cosas se han visto… Pero no has respondido a la duda que tengo… ¿Me quieres o no?
- A ver, Oscar…
- Ni a ver ni nada. ¿Me quieres o no?
- …
- Mira… mejor recojo mis cosas y me voy...

Recogió sus cosas y se levanto del borde la cama. Ella vivía en una habitación de alquiler en la casa de una familia inglesa. Es muy típico de allí. Justo cuando él agarro el pomo de la puerta para salir, ella se levantó de la cama y salió corriendo hacia él.

- Eres lo que más quiero en esta puta vida.- le dijo ella con los labios casi pegados, sin apenas tocarse y de puntillas, ya que él era mas alto que ella. Oscar quería besarle, incluso hubo momentos que el pequeño demonio apoyado en su hombro derecho le decía: “bésala” y el ángel en su hombro izquierdo le decía: “no lo hagas”. ¿A quien le haría caso?Creo que ya la has jodido, Marina – y se fue, dejando la puerta medio abierta. Ella se quedó pasmada, con los pies aun de puntillas y con el corazón roto.

Oscar andaba solo por la calle, de noche, encharcada de la humedad de esas tierras y con en el mp3 una canción que le recordaba mucho a la pasión que hubo, lo hay y lo habrá entre Oscar y Marina...

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